Perros callejeros
Cuando era mocoso pasaba tiempo en la calle y veía a perros callejeros, en concreto recuerdo verlos en el parque de Rosales y en la plaza de Argüelles. El transcurso del tiempo hace apagar sensaciones que de repente vuelven a florecer. Cuando por motivos profesionales me empecé a mover por Iberoamérica, un día se me debió poner cara de sorpresa por ver grupillos de perros callejeros trotando por las vías peatonales y un opulento y panzudo jefazo mexicano, más parecido este a un bisonte que a un humano, leyó mi gesto y me dijo que el tatuaje que caracteriza a Iberoamérica es la de un perro callejero. Hoy afortunadamente es inaudito ya verlos en Madrid. Siempre me producían una sensación dual entre la del miedo a la dentellada y la pena del que no tiene donde caerse muerto.
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