De New England a Canadá, pasando por los Hamptons y acabando en Miami

New England es posiblemente la parte de los Estados Unidos con mas categoría. Me recuerda en muchas partes a Suiza si no fuera por lo Atlántica que es, con grandes extensiones en verde y lagos a tutti-plain. Me ha impresionado especialmente Boston una ciudad de gran solemnidad y belleza. Pasamos por New Port, Rhode Island donde están las grandes mansiones ordenadas construir por los millonarios de finales de siglo XIX; New Hampshire y Vermont son naturaleza pura. Montreal es una gran ciudad, bastante cosmopolita y su casco antiguo es extraordinario y Québec es una delicia aunque es gélida en el invierno.

De regreso a New York estuvimos en la boda de los Aja en los Hamptons. Yo creo que nunca lo he pasado tan mal conduciendo de vuelta de los Hamptons. La ida es larga porque la mitad de New York trata de plantarse en esta parte extrema de Long Island durante los fines de semana y el tráfico es descomunal. Sólo salir de la isla te puede costar la friolera de 70 minutitos un sábado por la mañana. Pero los 170 Km de vuelta de estupenda boda fueron eternos a pesar de mi moderación con los estupendos caldos con los que fuimos agasajados.

Por último dejamos NY y nos bajamos a Miami donde dormimos en Winchester, Virginia primero y Atlanta, Georgia después. Es llamativa la diferencia de vida y de paisaje entre el norte en New England y Miami. Aquí perdemos la estela del primer capítulo de esta nueva etapa en nuestras vidas.

El navegador

Supongo que el proceso de aclimatación mental entre tu intuición y el navegador lleva su tiempo. Es prácticamente la primera vez que llevo un coche con navegador y tengo la impresión de tener parte del cerebro desconectado. Cuando conduzco estoy más pendiente de la puñetera maquina que de mi propia orientación y siento que a la intuición, la tengo bastante cabreada. Es como si dijera: “Llevo 37 años ayudándote y ahora me dejas tirada por esa estúpida y fría maquina parlante; lo ves, te has vuelto a equivocar, ese cacharro te toma el pelo”. Espero que llegue el momento donde haya una especie de simbiosis y en donde ambos puedan convivir juntos en casi perfecta armonía.

Primer día fuera de la oficina

Tenia que hacer algo que no sea normal hacer y lo primero que se me ocurrió por la cabeza fue plantarme en el cine por la mañana. “¿Quién va a ir al cine en Nueva York un Viernes por la mañana? Estaré mas solo que la una y podré disfrutar de una película prácticamente para mi solito”. Me decía ingenuamente. Cúal será mi sorpresa cuando entro en la sala y la veo abarrotada de gente. Vaya chasco. Había tanta gente que sólo pude encontrar sitio en la tercera fila. “Esto esta lleno de vagos redomados como yo”. Para el remate la película, Mr.Brooks, resultó ser un petardo.

Sobre niñatos y limpiabotas

Hace ya años, aproximadamente 16, leí en Madrid una novela que me cautivo llamada el póquer del mentiroso. En ella se detallaba la costumbre de que los limpiabotas subieran a los pisos donde se gestionaba el dinero a pulir el calzado de los “brillantes operadores monetarios”. Siempre pensé que ese detalle era exagerado y que estaba expuesto en la novela para resaltar las diferencias de clases de esta sociedad. Pero no era exageración sino realidad. No aguanto ver a limpiabotas puliendo el calzado de niñatos mientras estos hablan por teléfono fingiendo cerrar operaciones importantes. Me parece un acción de mal gusto. A los que nos hemos educado en España nos parece fuera de lugar. A los nacidos en el continente Americano les parece natural. No tengo nada en contra de que alguien te saque brille al calzado, pero al menos en mi caso, prefiero la discreción.