Camarero, póngame la luna en una copa

He comenzado mis vacaciones de este año en donde si no, Guadarrama, como en los últimos ocho años y las estoy disfrutando como un chino, después de un año tan intensivo que en nada tenía que ver con el anterior. Si, me las tengo bien merecidas. Dentro de breves días me voy a la Toscana a conocer aquellos lugares que tanto tiempo he querido conocer. Imagino a la Toscana como la provincia de Gerona, o Girona como se dice en cataluña. Llena de arte, Puccini, buena comida, acogedora arquitectura y en definitiva preciosa, como se describe en el libro que me ha regalado Esthelar y que terminé ayer, Un viñedo en la Toscana de Ferenc Maté. Volviendo a las vacaciones, las noches las comienzo haciendo los cóctel, que prometí aprender en un post anterior. Mis inicios han sido torpes pero poco a poco mejoro cuando cada noche inicio un nuevo cóctel planificado en mi cabeza la noche anterior tras repasar el libro de Garci que SP tuvo la gentileza de regalarme el día que celebré la fiesta de mi cumple y cuando me lo tomo me entran ganas de comerme el mundo junto a algún habano de esos que dejo para las ocasiones especiales. Cada noche hago uno diferente, una noche fue un Gin Fizz, otra un Negroni, la de anteayer con un mojito y esta noche después de haberme visto la película del best-seller de moda Los hombres que no amaban a las mujeres, le ha tocado el turno a la Margarita, o Sierra Margarita como indica el manual del bartender que me compre en Nueva York hace ya dos años; y al medio día siempre cae un Dry-Martini que voy mejorando día a día. Creo que este es el rey del cóctel, es un cuchillo disuelto como dice Manolo Alcántara en el prólogo del libro de Garci. Hay noches en las que el cóctel no cae por compromisos sociales. Que palabra más desafortunada la de compromiso para definir las agradables cenas que paso con los amigotes. En fin, así parece que no estoy haciendo nada de provecho pero saco tiempo durante el día para elaborar un trabajo de investigación que estoy realizando para obtener la suficiencia investigadora. Qué sería de nosotros los españolitos sin estas noches de verano.